Un año me costó hacer pública una cuenta en Instagram en la que decidí registrar un cambio interno y externo, muy personal. No fue fácil, al contrario, cada vez que se acercaba mi “aniversario” me dolía la guata. Y es que no es fácil exponer mis peores miedos, y menos si se trata de asumir un trastorno alimenticio que me ha acompañado tantos años, prácticamente en secreto. Aquí quiero compartir mi historia con ustedes.
Por Javi Escobar @the.inside.javi
Soy de la generación que creció con la imposición de que “ser flaca era sinónimo de belleza”. Tengo 35 años y recién hoy tengo la valentía para mostrarme, para conversar del tema y quererme como me hubiera gustado, desde chiquitita. Siempre pienso que las generaciones de hoy vienen más preparadas y empoderadas para enfrentarse a estos temas. Menos mal el concepto de “belleza” no es el mismo de hace 10 años y soy una defensora de quererse como uno quiera.
En mi caso, ese “quererme” ha tenido que ver con sanar mi bulimia y también con cambiar mi forma de verme, no puedo mentir, quiero sentirme mejor con mi cuerpo y cuidarlo, sobre todo a mi edad.
El cambio me lo tomé muy en serio desde el día 1 y me comprometí con esa sanación. Al principio dudé de mí misma y no sabía si sería capaz por la cantidad de veces que me sometí a dietas y «me fallé», pero entendí que no era solo una dieta, había que sanar mente y alma. Por eso, me comprometí a cambiar mis hábitos y hacer del deporte algo constante en mi vida.
Creí que sería más fácil y rápido. La Javi ansiosa siempre ha querido todo «altiro», pero después de 365 días de trabajo duro, aprendizaje, terapia, experimentos, llantos, risas y autoconocimiento, he podido ver, a través de un registro visible, que un cambio interno tan importante no puede ser rápido y que los cambios físicos vienen atados a ese cambio interno, no son por separado.
Me he cuestionado todo: mi valor, mi fortaleza, mi pasado y mi propósito, pero todo ha valido la pena. Si me preguntan si me siento sana, la respuesta es no, todavía. A veces me encuentro en el baño a punto de autocastigarme y lloro, porque todavía hay veces (ahora muy pocas) en que mi TCA me gana. Hace un año atrás, cuando vomitaba constantemente, sentía como si mi cerebro se riera con risa malévola y que me aplaudía lo que hacía, hoy ya no. La lucha sigue, pero desde una mirada amigable, reconciliada y aceptada.
Creo que la clave es el compromiso con la sanación, con querer ser realmente una mejor versión, como quiera serlo. Para mí, mi mejor versión ha implicado muchas cosas: disciplina diaria, motivación, lidiar con días malos, celebrar los buenos, no compararme, no rendirme, digan lo que digan.
Llevaba más de 4 años autocastigándome a través de la bulimia, sin contar los 20 años de lucha con la comida y sin siquiera entender de dónde venía tanta guerra conmigo misma. Tuve que perdonarme, entender que nunca aprendí a comer, entender cada emoción antes y después de un atracón y, finalmente, asumir que esto es parte de mí, de mi complejidad, pero que no estoy dispuesta a darle el poder para que me haga sentir menos, ni débil. Al contrario, pedir ayuda, asumirlo y exponerlo ha sido más liberador y poderoso de lo que creí.
Hace un año pedí ayuda concreta, porque no pude sola. Hoy tengo un ejército de profesionales que saben lo que hacen: mi psicóloga, la Caro (@ps.carogreibe_); mi Personal trainer, la Fran (@frantorressilvapt); mi nutricionista, la Nicole (@nutricionista.nicoleclarke); una familia y amigos que conocen mis peores miedos y que me impulsan desde siempre a ganarle a mi trastorno.
Tengo suerte, sí. ¿Cuánta gente no tiene el poder adquisitivo para contar con ese apoyo? Que injusto, pienso. Qué rabia que la salud mental sea tan poco accesible, más aún tomando en cuenta la tecnología que nos hace creer perfecciones que, por lo demás, también son imperfectas. ¿Cuántas luchas no vemos a través de una foto linda en redes sociales? También me cuestiono esa honestidad y creo que es necesaria para que seamos una sociedad más sana, más compasiva y real.
Por eso quiero ayudar desde mi experiencia, pero si me preguntan por un método concreto, no lo tengo y tampoco creo que sea «blanco o negro». Cada persona es TAN única que la solución es buscar el método que más haga sentido, entender realmente el porqué, para qué y el cómo.
Preguntarte qué tan dispuesta estás y cuánto quieres mejorar, ese es el motor de cambio. En mi caso, el cómo abrazar este trastorno ha sido un experimento difícil, de prueba y error. Hice tablas de Excel para visibilizar mis comidas y mis entrenos; pizarras en mi cocina, retos de 21 días, mensajes motivacionales pegados en mi closet, la escritura, mis propios mantras y, recientemente, el estudio de coaching. Todo eso sumado a las terapias psicológicas, deportivas y nutricionales.
Lo que sí me ha traído este trastorno es la certeza de que soy capaz y que todos lo somos, porque lo rico y más gratificante de todo esto es ver el avance, los resultados en mi mente a través de una linda relación conmigo misma, y la transformación de mi cuerpo, como yo lo quiero. No puedo negar que ver mi cuerpo más reconciliado también me ayuda y me motiva. El ejercicio y la una alimentación consciente son fundamentales para una calidad de vida mejor.
Hoy quiero aportar para normalizar nuestras luchas sin miedo porque no estamos solos: mi consejo es que si no puedes, pide ayuda. Apóyate en tus seres queridos y piérdele el miedo a verbalizar tus fantasmas.
De verdad, no puedo creer que haya pasado un año y todo lo que he avanzado. Hoy empieza la segunda etapa de esto: abrir las puertas de una parte tan sagrada para mí con el fin de conectar con personas que sientan lo mismo, que tengan ganas de cambiar y sanar. No soy experta, pero sí tengo muchas herramientas que he podido desarrollar para estar haciendo esto hoy y que todavía sigo aprendiendo.
El 2022 siempre será un año que recordaré en mi historia de vida y que hoy conmemoro con orgullo mi proceso interno y externo. Muchos dirán que el cambio físico no es suficiente, pero uff, si supieran cuánta lucha y esfuerzo hay detrás. Nadie me quita el orgullo de mi avance en todo sentido. Me siento fuerte, me siento consistente, me siento poderosa. Feliz año de sanación para mí y feliz inicio de cambio para quién quiera partir su sanación.